Crónicas Inocuas Nro. 13
Neto y las
bellezas del Sendero
QUINO
A la memoria de mis hermanos de vida,
Felipe Bellido y Lucho Ramírez
“La
verdadera amistad nunca se olvida a pesar de que se navegue en direcciones
opuestas, el viento vuelve algún día a juntar las embarcaciones"
Anónimo
ACTO I: OTRA VEZ EL CHOLO
RAMÍREZ
- Vamos Neto..!!!, dijo el Cholo Ramírez, con esa voz bronca, que parecía de hombre, de líder
resuelto, dando al mismo tiempo un manazo
en la inestable mesa, haciendo saltar los vasos, salpicando el dorado brebaje
fuera de sus transparentes envases.
- Carajo,
juégate con todo menos con el trago, Cholo. Le increpó el Cabezón Valencia, mientras pedía un “trapecio” para la “mesopotamia”
y se limpiaba con el pañuelo, unas gotitas doradas prendidas en la impecable
chompa beige.
- Yo invito, no hay problema, además Lucho ya les habrá hablado al
respecto. Remata Neto Torres, amigo del Cholo, el cual lo
había esperado ese viernes de mediados de noviembre en la puerta de la UES y claro, para variar, Lucho no había dicho nada a ninguno del
grupo, acerca del “invitado sorpresa”.
Antes
de hacer un gesto de incredulidad o replica frente al argumento de Neto, otra
vez Lucho me había ganado por puesta de
mano.
Willy
muy calmado pero resuelto, con las llaves en la mano, me dice:
- Vamos “Pepián”. El Cabezón asiente con una
sonrisa cómplice. El Negro Felipe, solo
me observa. Yo como que “cusí-cusá”.
Lucho me había hecho tantas que mi duda era casi cartesiana.
Lucho
me ataca por el flanco
- Vamos Cumpa,
carajo, no me mariconees de nuevo. Esta vez sin cojudeces, ten en cuenta que yo
le he hablado muy bien del grupo a Neto, además… ¿cuándo te he fallado yo,
hermano? !! …..Puta madre, pareces de la “O”- dijo aflautando la voz al final
de la frase y haciendo la vocal juntando el pulgar con el índice de la mano...izquierda, por supuesto, siempre
buscando provocarme, tratando de generar en mí, una reacción distractora,
buscando mi intemperancia y yo reiteradamente caía una y otra vez en la misma
trampa.
- Primero, si cuento cuántas veces me has
fallado, faltan manos en esta mesa y segundo, so cagón, no empieces a hablar de fútbol que acabas jodido. Le espeté,
mientras el Cholo, se mostraba con esa risita jodida, cachimbera que tenía
cuando me sacaba de mis cabales.
Sabiendo
el terreno pantanoso que pisaba, de inmediato volvió a la carga y con ese envión
de caudillo universitario, me enfrentó nuevamente.
- Vamos
Cumpa, no jodas, tenemos que ir todos. Hemos llegado juntos, y juntos vamos…a
seguirla. Además ya hemos conversado bastante sobre el motivo y hemos
coincidido todos…. No te preocupes, si estás bajetón de fichas yo te apoyo,
Cumpita, sé que en PETRO la situación
está difícil,…. -me dijo con esa voz media engolada y llena de firuletes, tan
característica en él, que me provocaba reír y al mismo tiempo me jodía, ahora sobre
todo, porque lo hacía ante un patita recién conocido.
- Sí cuñao,
hace un culo que no pagas lo que me debes y… ¿me vas a apoyar con fichas?...
Huevón..!! -Otra vez caía redondito en las redes enmarañadas de Lucho.
- Así te quería escuchar, agresivo y soez, desnudando
mis carencias proletarias ante Neto y nuestros camaradas de trago, enrostrarme
tus prioridades monetarias, burguesas,
clasistas, arribistas y aputamadradas, antes que la filial y sagrada hermandad
que nos une por el amor al divino licor y la rebeldía ante el statu quo- recitó,
cual Lenin en la Plaza Roja.
- Sabes, no me jodas Cholo….Contesté, pero esta
vez mi entonación no fue tan enfática. No quería dejarlo mal ante su pata y
Neto pues, caía bien en la mesa.
Craso
error mío….. otra vez.
Neto
era un muchachón como nosotros, cholo blanco como Lucho y carismático como él. Luego
de las presentaciones iniciales en la puerta de la UES y de registrarnos en la
mesa de ingreso, Lucho se adelantó con Neto a enseñarle los ambientes y claro, describirle
parte del historial de cada locación. Mientras, los tres los seguíamos a cierta
distancia.
- Flaco, creo que la viejita de Lucho era
media palomilla. Ese pata parece su hermano, pero sin Quáker en el desayuno. El
Cholo se lo tragaba todo. Terminó Willy a carcajadas, dándome un golpe cómplice
en él brazo, mientras yo reía sin mucho aspaviento y tratando de mantener la
compostura.
- Llegando
al enorme y añejo “Bar” exalumnal, escogimos
la “mejor mesa”, es decir la que menos se zarandeaba. Solo había cuatro
parroquianos fulbiteros cerca de la entrada a la “cancha de fulbito”.
Neto, adelantándose a cualquier acuerdo o iniciativa, pidió
de arranque seis chelas al polo. En
esa época, fines del ‘88, era rarísimo pedir “medio jonca” de arrancancán
y más aún que un solo pata lo hiciera, cuando la inflación galopante nos hacía cada
vez más mesurados, por lo menos al comienzo de las tertulias, luego, solo María
Auxiliadora lo sabía, pero siempre pedíamos “un
par de chelas” para empezar como personas decentes o “casi decentes”, como decía mi Cumpita, así que nos sorprendió la
generosa iniciativa.
Es
por ello que me apresuré a decirle: Neto, disculpa hermano, gracias pero no es
necesario empezar tan empilados, creo sin ofenderte, que tres estarían bien. Traté de quedar como “casi un caballero”.
Neto
me sonrió de manera afectiva y sin responderme levantó su palma derecha a la
altura de la mesa, que en lenguaje
báquico, quiere decir: “no te
preocupes hermanito, ustedes ya son mis patas y me estoy integrando al grupo”.
OK,
tiene billete “el hermano de Lucho”,
apuesto a que su viejo es dueño de una empresa de transportes interprovincial,
un “hijito de papá huanca” -pensé.
Mientras,
Lucho hacía malabares para encender su pipa que despedía unos olores mezcla de
barro de manglares con caucho quemado, Willy y el Cabezón cuchichiaban y “el Sheriff”, el eterno mozo y “mil
oficios” de la UES, con un “jonca” y seis “botánicas” dentro, me hacía un
gesto como diciéndome -¿Quién es este?... ¿se abrocharon con el trago?.
Lucho,
como siempre, cuando presentaba a cualquier persona, sea amigo, colega, alumno
o conocido, era muy formal, así que esta vez no fue la excepción, una vez instalados
en la mesa, describió las virtudes personales y académicas de “su hermano” de poblada barba castaña-rojiza,
entre las cuales estaba el de ser un “camarada
comprometido realmente con la lucha
revolucionaria contra, el degradante gobierno de García y el aplastante
imperialismo yanqui”, además era profesor en la Agraria, cursaba una Maestría
en Sociología y cantaba y tocaba “el palo
trinador” “como los dioses”.
- Además,
enfatizó, ya les he hablado de él y sobre
“el asunto”, varias veces y ustedes estuvieron de acuerdo. Finiquitó.
Nosotros,
acostumbrados desde tiempos inmemoriales a sus elogios y descripciones
desmesuradas, así como a sus afirmaciones sorpresivas y muchas veces
inconsultas, esta vez tampoco le dimos mayor importancia, sobretodo, por
respeto al “invitado” y a las seis
chelas bien puestas. Lucho hizo un brindis nuevamente para evitar algún posible
gesto de sorpresa o alguna pregunta incómoda que se podía filtrar de nuestra
parte. Bueno, simplemente era más de lo mismo, mi Cumpita era un artista para
manejar las cosas por el cauce que mejor le acomodaba. Es decir, era LUCHO y así lo queríamos.
Este
“colorao” también tiene pinta de “Ociosiólogo”– pensé.
- Llegó el
Negro !!…- gritó otra vez con ese vozarrón lleno de afecto y alegría, el
Cholo, tirando su silla a un lado, mientras, entraba Felipe, luciendo una chompa
mostaza, camisa blanca, pantalón marrón y mocasines.
- Me
cago de risa, de cuando acá, tan decente y “fichofá”
el Negro, ¿no estará sacando los pies del plato”?. Si Mirtinha se entera, se lo come frito -me codea Lucho, haciéndome reír.
Felipe
ya está al borde de la mesa y el Cholo le dice a Neto -lo que pasa es que
estamos en el horario de cambio de “mosaicos” y este además chambea de “botones”
en el Crillón, por eso está “algo retrasado”- mientras, todos aguantábamos
la risa solo por no joderlo más al Negro, delante del “invitado”.
- El
Negro se ha pituquiado- dice Lucho,
en voz alta, haciendo un gesto de admiración.
Mientras abraza a Felipe, el cual no responde al abrazo, se
queda parado, pone cara se enojado y dice -qué mierda tienes Cholo, si quieres vamos al fresco ahorita y los desahuevo
a ti y a tu hermano juntos..!!!
Todos
estallamos en carcajadas al unísono porque el Negro era genial para captar los
detalles “al toque y en primavera”. Ahora
la pepa de Felipe cambia y muestra esa sonrisa franca de dientes blancos y
ojitos vivaces que transparentan su afecto filial. Todos reímos y Felipe y
Lucho se estrechan, ahora sí, en un gran abrazo.
- Ya Sheriff !!, tráeme dos cajas al toque, ya que
estos como siempre paran misios..!! Alzó la voz simulando hacer un pedido el
Negro. “Sheriff” pasaba cerca, voltea
y sonríe. Él también conoce de memoria los alardes del Negro. Felipe es un “vacilón”.
- Oye Negro, mejor cállate, no quedes como huachafo
y atorrante- le dice riendo el Cabezón, con esa carcajada peculiar, semi-aguda
y cadenciosa al mismo tiempo.
La
forma de reír es como una huella digital, reflexionaba, mientras me servía otro
vaso.
- Preséntame
a tu hermano, Cholo, hasta que al fin te animaste a traerlo- dice Felipe riendo
y haciendo reír a Neto. Luego, los brindis, las bromas, los chismes políticos y
los cigarros a discreción, otra vez llenan el ambiente de una franca camaradería
salesiana.
Miro
distraídamente mi reloj y marcan las 10:15 pm, no había problema, el toque de
queda lo habían levantado hacía una semana y mientras Sendero no volara otra torre o reventara un coche bomba, podíamos
seguir tranquilos. Ya estábamos acostumbrados a los reportes de muertes
diarias en el país a manos del terrorismo, tanto en los noticieros de TV, como
en las portadas de los diarios.
Me
percato que ya hay varias mesas con gente que ha terminado de fulbitear, nos saludamos a lo lejos con
algunos. Otros llegaban de sus chambas a matar el viernes en la UES. De una
mirada, compruebo que Lucho no estaba en la mesa y lógicamente se me ocurre que
estaría en el “ñoba”, o conversando
con alguien de otra promo. Lucho es amigo
de todos, menos de sí mismo, creo filosofar. Sin embargo, nunca dejaba de
sorprender mi Cumpa. Ahora de súbito se aparece con una guitarra. No sé de
donde mierda la ha sacado.
- Muchachos,
esa gente linda de los Oratorianos, me han prestado este “palo trinador”. Nos
dice, mientras lo mirábamos medio atónitos.
- Este huevón
es increíble le digo al Negro, medio de costado, mientras sonrío.
- El Cholo
es así, loco, pero buenísima gente y no le saqué la mierda porque me agarraste.
Me replica Felipe, dando una tosecita que trata de ocultar con el puño en la
boca, para luego estallar en una risotada contagiosa.
- Además desea que se luzca su hermano - remata
Willy, riendo para sus adentros y dejando una rosquilla de humo flotando en el
ambiente.
Lucho
no tuvo que presionar mucho a Neto para que se anime a tomar la guitarra. Replica
cadenciosamente las cuerdas un par de veces y eleva la mano izquierda para darle
un leve ajuste a las clavijas.
Para
sorpresa nuestra, Neto se levantó, arrastró su silla hasta cerca de la barra de
atención.
Entonces
el Cholo, siempre atento y vivaz, se
viste de maestro de ceremonias, que es la tenida que mejor le queda, toma
un vaso y le da unos toques con una cuchara que había en la barra y con esa
característica voz ronca, gutural y ceremoniosa que guardaba para eventos
trascendentes, dijo:
- Queridos
compañeros exalumnos les quiero robar un minuto de su atención por favor. Los
cachitos dejan de tronar, las conversaciones se suspenden. Todos miran a Lucho
y el salón queda en silencio.
Les presento a Ernesto
Torres, colega y dilecto amigo de los campus
universitarios y aprovechando su valiosa compañía y el momento histórico-político
que vivimos, nos va a ofrecer algunas
piezas musicales de autores comprometidos con una visión diferente de nuestras
empobrecidas sociedades latinoamericanas. Espero les agrade este modesto
pero profundo mensaje social a nombre de la Promoción
’68 – “Ernesto Che Guevara”. Los
dejo entonces, con Neto Torres.
Se
escuchan algunos tibios aplausos que calentamos nosotros con nuestras palmas.
Neto nos agradeció con la mirada y empezó a rascar la guitarra y a cantar.
La
verdad, no tenía mala voz el flaco y era entonado, pero esas canciones protesta
para algunos siempre fueron un anestésico eficaz, yo trataba de disimular mis embobamiento
fumando un Premier, salvo Lucho, que embelesado, miraba y escuchaba a Neto. De
cuando en vez, al detectar mi aburrimiento, me codeaba, volteaba y me decía:
- Escucha
maricón de mierda, esas son letras
escritas con sangre del proletariado…- en qué universidad estudiaste, huevón…!! -yo salí de la universidad
hace diez años Cholo, tú sigues ahí. No
jodas. -Ya cállate Cumpa y escucha….escucha
huevón..!!
Ese
diálogo me samaqueó un poco del aburrimiento. El silencio del ambiente solo era
roto por los gritos en la canchita, los golpes de las bolas de billas, la
guitarra y la cadenciosa voz de Neto.
En
la segunda canción, la cara del Negro Felipe era por demás elocuente, los ojos
medios entrecerrados, hacían juego con la larga ceniza del cigarro que sostenía
en la mano.
Neto
se percató de la poca atención de la platea, miró de reojo nuestras caras sosas,
salvo la de Lucho. En otras mesas ya estaban por agarrar nuevamente los “cachitos”,
cuando ocurrió la magia.
- Finalmente
amigos, del compañero Chicho Sánchez,
“La Hierba de los Caminos”, dijo Neto
con voz dominante y comenzó a cantar y trasladarnos así a los iniciáticos años
’70, en que en la PUC, mis ídolos eran Panchito
Verdera, Javier Diez Canseco y Chano Rebaza.
La hierba
de los caminos,
la pisan
los caminaáántes
La hierba
de los caminos,
la pisan
los caminaáántes
Y a la mujer
del obrero la pííísan
cuatro
tunantes de esos que
tienen
dineroooo
En ese momento los cuatro empezamos a cantar en coro,
siguiendo a Lucho que ya había empezado.
Y a la
mujer del obrero la piííísan
cuatro
tunantes de esooos que
tienen
dineroooo
Escucho atrás un par de
voces que se unen al coro, volteo y son dos grandes amigos de la ’67, Tito Jiménez y Moché Zamudio, se
encuentran a tres mesas de la nuestra y elevan sus vasos en señal de saludo sin
dejar de cantar.
Que culpa tiene el tomate
Que está tendido en la maááta
Que culpa tiene el tomate
Que está tendido en la maááta
Si viene un hijo de puta y lo mete
en una lata y lo mandá pa’ Caracas
Si viene un hijo de puta y lo mete
en una lata y lo mandá pa’ Caracas
El coro,
poco a poco va tomando más cuerpo, veo por una de las ventanas que dan a la
cancha de fulbito, a algunos espectadores mirando hacia el bar y han dejado de
prestarle atención al juego.
Los señores de la mina,
han comprado una romaaana
Los señores de la mina,
han comprado una romaaana
Para pesar el dinero
que toooditas las semanas
le roooban al pobre obrero
Para pesar el dinero
que toooditas las semanas
le roooban al pobre obrero
Lucho cantaba con voz estentórea, parado y prácticamente
dirigiendo al coro de todo el bar.
Cuándo querrá el Dios del cielo
que la tortilla se vueéélva
Cuándo querrá el Dios del cielo
que la tortilla se vueéélva
Que la tortilla se vuelva
Que los pobres coman paaan
Y los ricos mierda, mierda.
En estos
momentos, en que viene el remate, el gran final, Neto estaba más colorado y se
le notaba la aorta a pesar de la rojiza barba que pretendía ocultar parte de su
faz. La mayoría de los parroquianos ahora coreaban entusiasmados las estrofas,
tanto como nosotros. Y todos al unísono y fuertemente:
Que la tortilla se vuelva
Que los pobres coman paaan
Y los ricos
MIERDA, MIERDA..!!
Los aplausos
son atronadores, hasta la muchachada de fuera aplaude, Lucho es el más
entusiasmado y lo recibe a Neto nuevamente en la mesa, con un gran abrazo.
- Por las onzas de oro…Neto
!!!, casi lloro cantando, hermano -dice Lucho sin dejarlo de abrazar. Los cuatro
nos sumamos a las felicitaciones. Neto lena los vasos y brinda “por la amistad de cuatro camaradas más”. Todos brindamos y chocamos vasos por ese saludo
a la amistad.
- Son hermanos, qué duda
cabe, pero a la Doña le perdonamos todo.
Me dice el Cabezón agachando un poco la osamenta, tomándome del brazo y
bajando la voz, como confesándose y estallando en una carcajada que atrajo la
atención de la mesa.
- Esa letra y música ha
dado la vuelta al mundo –digo, dirigiéndome a Neto, tratando de hacerme el intelectual de izquierda, el grupo
que la hizo popular fue chileno, se llamaba…Quella..Quille..-
- Quilapayún -dice Neto, mirándome de manera condescendiente y con
una sonrisa cómplice.
- Quilapayún !!! -exclama
el Cholo dando un brinco y asustándonos a todos. Tienen otras canciones del
carajo, como “El Pueblo” y “Elegía al Che
Guevara”, que ya deberían saberlas ustedes, infraternos de mierda !!.
Todos reímos y seguimos bebiendo, mientras “Chiquitín” Borja,
hermano Oratoriano, se acerca a la mesa aplaudiendo y dirigiéndose a Lucho, le
dice:
- Caramba, que buen espectáculo,
hasta la gente del billar suspendió sus juegos para ver y escuchar al cantante
y su coro, sonríe el moreno, siendo presentado por Lucho a Neto y este felicitado
por el Oratoriano.
“Chiquitín” como siempre muy elegante, muy formal al vestir, saco de
corduroy marrón, camisa beige, bufanda marrón bajo el cuello de la camisa,
pantalón beige oscuro y zapatos marrones.
- Un “dandy” es el “samborja”, me dice Willy. Asiento con la cabeza. Todos
saludamos al buen “Chiquitín” y Lucho le agradece por el préstamo de la
guitarra.
- No hay nada que agradecer
Luchito, más tarde nos vamos a la “Peña”,
ya sabes, al “Centro Cultural Breña”, si desean, están invitados. Nos
hicieron pasar un agradable momento, responde el moreno. Es posible que nuestro
amigo se anime a cantar nuevamente allá- dijo “Chiquitín” mientras le daba a Neto unas palmas afectuosas en el
hombro.
Lucho estuvo
a punto de darle el sí a “Chiquitín”,
pero al cruzar miradas con Neto se frena al toque. Le dice que le confirmamos
si se nos cae “un compromiso previo”.
Yo lo miro a Lucho con cara de “nos la
hiciste de nuevo huevón” !!.
“Chiquitín”
finalmente se despide de cada uno, muy formalmente y se retira con “el palo trinador”. La conversa y los
brindis continúan, hasta que me percato nuevamente de la respuesta de Lucho.
-
Qué compromiso, Cumpita?-. Le
digo soltándole el humo de mi Premier en la cara para así espantar los
agraviantes olores de su pipa.
- Nada flaco nada, tú
tranquilo, ya te cuento. Fue su escueta y evasiva respuesta
Justo en esos instantes Neto nos dice muy gentilmente -muchachos,
ya que me han recibido tan afectuosamente, yo quisiera corresponder
invitándolos a una primera reunión de
compañeros proletarios comprometidos con
la lucha social en Maranga.
Sé que Lucho ya ha conversado con ustedes acerca de nuestra opción de acción política y él también
me ha confirmado las coincidencias con ustedes. No se preocupen por el
trago y la comida, habrá de sobra. Termina mostrando una sonrisa de afecto.
Yo iba a replicar éramos ignorantes de lo descrito y que Lucho
no nos había dicho nada al respecto, pero antes que mis pensamientos se hagan
palabras…
- Vamos
Neto..!!!, dijo el Cholo Ramírez, con
esa voz bronca, que parecía de hombre, de líder resuelto, dando al mismo tiempo
un manazo en la inestable mesa, haciendo
saltar los vasos, salpicando el dorado brebaje fuera de sus transparentes
envases.
Aquí, recién empieza la historia…
ACTO II: LA BELLA Y LA BESTIA
Los pedidos
de mi Cumpa y del pleno de la mesa, hicieron ceder mis reticencias, Una amplia
sonrisa se dibujó en el rostro de Neto, terminamos el
jonca y medio que había corrido solo por cuenta de él y por joder, me atreví a
pedir “dos más”.
Todos empezaron a reprocharme y el Cabezón me encara.
- Puta, sí que eres pendejo
flaco, ya estamos por arrancar y por
joder te pides dos chelas, quieres quedar “como
gente” y dejarnos a nosotros “mal
parados” con Neto. Anda pasa nomás, pasa, pasa.
- PM, le digo al Negro,
manya quién desprecia un par de chelas? Ya el alcohol le está afectando el cerebrazo - bromeo, mientras Felipe ríe.
El Chato Willy levanta la voz y espeta -el Cabezón no tiene cerebrazo, tiene cere-VASO.
Todos nos matamos de risa. -Después no digan que me hice “el
estrecho”, concluyo.
- Calla “paterazo”, me replica el Negro Felipe, con cara de enfadado e
inmediatamente sonríe, me toma del brazo, me mira con ojitos de gatito perdido
y me dice -no te molestes flaquito, sabes que te quiero, pero deja de joder por
favor y vámonos..!!.
- Neto, mi hermano, no te
preocupes, Willy ha venido con su Meche
full equipo y nos vamos al toque y en prima -dice el Cholo.
Willy mira de soslayo a Lucho y sonríe.
- Ya, ya sin cachita, Cholo, sin cachita, que te vas a pata.
Lucho se adelanta y le brinda el sitio del copiloto a Neto (siempre fue MÏO, ya que soy el de piernas
largas y la chusma iba atrás), esta vez tuve que acceder a la incomodidad
en favor del invitado.
Lucho entrando me da un caderazo
y me dice -entra pues flaco carajo, que te vamos a hacer “sanguchito”
Willy arranca el fiel VOLVO del ’60 (un PV544, si la memoria no
me falla otra vez) y mirando a Neto le dice -entonces, a Maranga…
Neto en ese momento gira el torso como para mirarnos a todos y
dice muy delicadamente.
- Compañeros, háganme un favor,
primero tengo que recibir un encarguito cerca, acá nomás, frente al cine “Lido”. En Jr. Moquegua, hay un barcito,
pongo las chelas por la molestia, cuestión de minutos, OK? No se incomoden por
favor.
- Al Cine “Lido”- dijo Willy sin esperar nuestra
respuesta. Neto se volvió sonriendo.
-Este “huanca”, con la cara de cojudo que tiene seguro va a
hacer un pase- pienso mientras trato de
empujar al Cholo con el torso y hacerme espacio ya que por joder, el Negro se
ha puesto duro como una piedra y simula roncar.
Willy estacionó el “Barmóvil”
cerca a la puerta de un “Pub” medio “pendejerete”, algo no se me cocinaba,
pero éramos seis con Neto, me dije, además si nos trae él, será porque ya
conoce el sitio. Salimos y vi a los demás frescos y relajados. Me estoy
haciendo bolas por las puras, pensé.
Neto encabezaba la delegación e ingresó primero y sin dilaciones.
Adentro, la luz era escasa y rojiza, el local era algo estrecho, había mesas cuadradas
y pequeñas, a ambos lados de un pasadizo largo, un sendero central “justito” para transitar hasta la que era una pista
de baile, de la cual teníamos una vista parcial, y que, según parece, se
prolonga hacia la izquierda. Los olores a cigarrillo y alcohol se mezclaban aún
más con un aroma de almizcle. Vimos como luces multicolores recorrían la parte
de la pista que estaba a nuestro alcance visual y se dibujaban algunas parejas
bailando.
Neto juntó un par de mesas cerca a la entrada, pegados a la
pared izquierda del antro. Nos sentamos. Yo le daba la espalda a la entrada y
al Bar que estaba atrás hacia mi derecha, Felipe se sentó a mi lado y me agarró
la pierna por debajo, se mordió los labios y me miró.
-Negro “chivay”, anda
búscate una “cabrilla” por ahí.-le
digo, mientras le quito la mano bruscamente. El Negro se ríe hipando.
Al lado de Felipe está el Cabezón, luego Willy y Lucho. Neto
está en la otra cabecera. La música no llega con fuerza hasta donde estamos
ubicados y podemos conversar sin mucho esfuerzo. Definitivamente, no es la
primera vez de Neto por acá.
Él si mira directamente al Bar y con señas le pide al barman, seis chelas. Evidentemente acá solo venden cervezas chicas. El barman muy solícito, nos atiende
prontamente y con mucha amabilidad.
Neto luego del brindis de reglamento, hace con la mano un gesto
hacia nosotros, coloca su índice con el pulgar en paralelo, pidiéndonos “un momentito que ahorita regreso”. Al
pararse nos reitera el gesto y camina tranquilamente hacia la pista de baile y
desaparece hacia la izquierda.
-Oe Cholo, Neto no será “Traffic
Sound”?- dice Willy, mientras esperamos la respuesta, mirando a Lucho -chato,
no hables huevadas, mi pata es de putísima madre. Un intelectual comprometido con el pueblo.
- Por lo mismo, dice el
Cabezón, sonriendo. Ta’ simpático el “putódromo”,
concluye.
- Pero sí la lleva, que
invite, digo yo. Todos ríen y afirman con la cabeza.
- De repente, de lo “duro” que está, hasta vende sus “mocos”- dice Willy y la risa contagia
hasta al Cholo.
Acabamos las chelas en un santiamén y como por milagro aparece
nuevamente el barman con otras seis más y una cajetilla de Ducal.
- Carajo, mejor lo choteamos a Lucho y nos quedamos con Neto,
porque dos serranos en el grupo son
muchos -digo. Todos ríen, una mano me roza la coronilla y el Negro mira al
techo y finge silbar. Mi Negro jode como niño malcriado.
Estamos sirviendo los vasos cuando vemos a Neto aparecer en el
fondo del pasadizo, a trancos largos pero pausados, se le nota sonriente,
feliz. Se sienta y se sirve. Volvemos a brindar por la amistad y camaradería.
Mientras conversamos y reímos, veo aparecer una tosca figura que
viene de la pista de baile. A pesar de la tenue luz, logro percibir que se
acerca un hombre grueso, hosco, de mediana estatura, de edad indefinible, parece
un cholón burdo. Se sienta casi frente a nuestra mesa, solo a un par de metros.
Inmediatamente me fijo en su supuesta pareja que venía tras él, y ella al sentarse,
solo confirma mi sospecha….era una hembraza. El vestido ceñido dibuja un cuerpo
de diosa, unos pechos perfectos, unas piernazas hermosas y duras y su faz
refleja esa mirada de las mujeres que se saben bellas.
Estoy embobado y prácticamente no presto atención a mi mesa,
ella siente mi mirada lujuriosa que pretende desnudarla, me mira de soslayo sin
mayor importancia y conversa afectuosamente con el tipo del cual solo percibo
ahora su espalda ancha, y cuadrada, cubierta con un saco de cuero que lo
asemeja más a un “buey”. Unos pelos
hirsutos rebosan el cuello de su casaca.
Puta que suerte
de ese huevón, carajo- digo para mis adentros, mientras
recorro nuevamente ese cuerpazo, que sentada me parece aún más bella.
- Oe huevón despierta que tienes?- me dice Felipe tocándome la
barbilla.
Esta vez ni le hago caso, me da una cariñosa palmada en la cara
y me dice, volteando a mirar a la bella:
- Tranquilo flaquito, ¿me quieres sacar celos con
esa, con esa?. Ese culo tiene dueño y
no eres tú, es más, tendrías que sacarte la lotería y ser así, recio, como como
yo o como esa bestia. Ya no jodas y chupa nomás, flaco ‘e mierda -dice el Negro, mientras yo sigo con la mirada
puesta en el cuerazo.
- Ya más tarde llegas a tu
casa y como tu mujer ronca (el negro pendejo espera mi pregunta: ..y tú cómo
sabes que ronca? y luego vendría la cagadera
de risa de todo el grupo, no muerdo el anzuelo y sigue), entonces te metes
al baño te lo ahorcas y te imaginas que te estás brincando al cuerito, salvo que te descuides y te vas
conmigo. -Cuerito? Le digo extrañado, es un cuerazazazazo,
Negro CTM.
- Cuando hay dueño es mejor
no meterse flaco, además no quiero que te
saquen la mierda y tenga que romperlo a pedazos a ese huevón para defenderte,
me responde Felipe riendo e hipando de nuevo.
Neto me devuelve a la realidad cuando lo oigo decir: estamos muy
contentos, ayer han firmado la libertad de
veinte camaradas. Felizmente lo que nos sobra es plata- mientras hablaba, parecía
contar billetes, pero desde mi “córner” no podía saberlo a ciencia cierta. Felipe que es un sapazo, me dice, el
hermano del Cholo tiene un fajo de 100 cocos. El Negro me levanta una ceja
y pone una cara que en lugar de preocuparme me hace sonreír.
-Fede, dame seis pomos
más y la cuenta. Exclama Neto al atento barman.
Al mirar nuevamente la mesa de la pareja, veo que la espalda
cuadrada no está. Sólo la piel del buey cuelga del espaldar de la silla. Seguro
ha ido a “achicar”, pienso. Siento una erección terrible, hasta dolorosa,
cuando veo que esa diosa me mira otra vez distraídamente y creo ver una sonrisa
al vuelo en su rostro, mientras lanza el humo de un cigarrillo a medio terminar.
Cruza las piernas sabiendo que la minifalda hará que se le
descubra hasta el alma, sabiendo que los mantelitos superan escasamente los
bordes de las mesas, las cuales son aplastadas por un grueso vidrio.
Ella me mira otra vez de manera indiferente, como mirando un
objeto, una pared o no sé qué mierda más, pero en mi aturdido cerebro creo
percibir otra sonrisa, esta vez casi coquetona. Ya no pienso con la cabeza que
debo pensar. Me tomo un vaso de un solo trago. Me paro arrimando la silla y
tomando ligeramente del hombro al Negro le digo -voy a “achicar”.
Ese metro y medio o dos que separaban nuestras mesas se me hacen
eternos, varios pensamientos indefinibles se me entremezclan y sin saber cómo,
estoy a dos pasos de esa venus, alargando el brazo para invitarla a bailar.
Ella levanta la mirada hacia mí en un gesto de incredulidad,
siento que la sangre me sube al rostro, felizmente la tenue luz obvia mi
azoramiento. Estoy a punto de retirar mi mano y disculparme, cuando
increíblemente ella me la toma, esta vez sí sonriendo y levantándose de la
silla.
Tengo su mano agarrada suavemente, ella va detrás de mí por el estrecho sendero. En ese largo
trayecto a la pista de baile, pienso en su delicada mano y creo se va a
desvanecer de la mía y yo seguiré solo a buscar el meadero entre ese mar de
luces que se reflejan en el piso y nadie verá mi aturdimiento y huiré de la
burla macabra del grupo y quizás hasta de otros parroquianos y me quedaré allí,
tratando de inventar una excusa que nadie va a creer y me joderán por el resto
de mi vida.
Sin embargo estoy por llegar a la pista, ni siquiera tengo un resquicio para pensar en la reacción de la
muchachada y compruebo que su mano sigue fija en la mía. Hasta ese momento
no tenía ni idea de la pieza musical sonaba en el ambiente ni si estaba
finalizando, empezando o quizás a la mitad. Ingreso a la pista y “Dios es crema” por mi madre, justo
empieza una vieja canción de Nicola Di
Bari, “Mi Corazón es un Gitano”, calzaba justo.
Volví sobre mi espalda para recibirla, cautelosamente tomé su
mano derecha con mi mano izquierda para llevarla a la altura de mi hombro y
sentir su delicioso brazo desnudo pegado a mi pecho, pero la sorpresa aún no
terminaba, ella me suelta delicadamente y sus dos manos rodean mi cuello.
Mientras Nicola decía que
gitano era su corazón, el mío palpitaba a 100 por hora. Sentir mis manos en
su cintura, hizo que en mi bajo vientre haya un tremendo alboroto. La
iniciativa sigue siendo de ella y siento como su cuerpo se pega aún más al mío
y yo juraba que si moría en ese instante sería en un orgasmo eterno.
El ajetreo debajo de mi cintura no cesa, más bien se incrementa,
mientras Di Bari encuentra el prado más verde que hay, yo recién veo con detenimiento
esos ojazos claros, que cambiaban de color por las luces de la pista; esa nariz
perfilada que terminaba en una boca pulposa, roja y deseable -pienso
rápidamente que decirle para empezar el diálogo, porque hasta ese momento solo
nos comportamos como unos mimos bien entrenados. Bueno pues, me encorajino sin
pensar en el “buey” para nada y estoy
empezándole a decirle:
-
Hola preciosa, me llamo Pep…
Cuando un delicioso dedo índice cruza mis
labios y para que no lo intente nuevamente, se aprieta más a mi cuerpo y pega
su mejilla a la mía e inevitablemente mis manos recorren esa deliciosa cinturita
y se cruzan justo en la zona lumbar, pero no se atreven a bajar hacia la
frontera voluptuosa del placer, por temor a que ese momento tan increíble se
diluya por un mal cálculo. Dios míííooo,
el cielo existeeeee…!!!!
No sé si mi pantalón resistirá los constantes enviones de allá
abajo, pero que ella los debe sentir no tengo la menor duda y justo Nicola dice
que cadenas rompió es libre gitano y va aáááaaaa. En ese momento éramos como
siameses; como el café y la leche, como el pan y la mantequilla, como la luna y
la noche, como el sol y el verano, como la lluvia y el invierno; es decir, estábamos
fusionados, embutidos en un solo cuerpo, por lo menos así lo sentía yo. Esos
breves minutos fueron para mí el éxtasis eterno, tanto que al percibir una
sombra oscura, algo ancha, solo atiné a considerarla parte del desgastado juego
de luces. Mientras, yo disfrutaba instantes infinitos en el Edén.
Lamentablemente, la canción de Nicola ya finalizaba, na na na ná, na na na ná, na na na, na na na
naaa… Como desperezándonos de un largo sueño erótico, nos fuimos separando
de a poquitos, de a poquitos, nos mirarnos, otra vez sin decirnos nada, ya éramos
de los últimos en abandonar la pista, ella me toma de la mano y yo solo la sigo
embobado, devorando con los ojos el cuerpazo que se me adelantaba y me jalaba
muy suavemente.
Sin embargo, al llegar a la salida que daba al angosto sendero, sentí un leve apretón
de su mano en la mía antes de soltarla, era como una despedida, un adiós sin
palabras, un beso volado, un gracias por
el lindo momento, pero nada más, ya acabó. Dio unos brinquitos rápidos como
para distanciarse de mí y avanzó cadenciosamente hacia la mesa en que ya estaba
el “buey”, aquella bestia, sentado nuevamente.
Mientras me acercaba, pensamientos absurdos, fantasías trastornadas
me envolvieron nuevamente, tales como pararme frente a ellos y pedirle su
nombre y teléfono a mi Venus, a
expensas de mi propia seguridad; o tomarla de la mano y llevármela a no sé
dónde para seguir abrazados y besarla, recorrerla con mis manos afiebradas e
irnos presurosos al hotelucho más próximo.
Nuevamente la realidad me centró a dos mesas de la suya, lo miré
de reojo, pensé en varias reacciones del tipo, pararse, pecharme y escupirme,
lanzarse sobre mi cuello y torcerlo con una de sus tenazas o darme un puñetazo
que me rompiera la cara.
Pero no, nada de eso sucedió, porque resulta que el “buey” ni siquiera se dignó a darme una
mirada amenazadora o de desprecio, es más, ni siquiera su atención estaba
puesta en mí, ni tampoco estaba tenso o molesto, lo vi reír mirándola a los
ojos, mientras ella le sujetaba ambas tenazas de manera cariñosa, como si
fueran dos adolescentes enamorados, mientras yo veía lívido de miedo, (seguramente
con un color pálido fantasmal en mi rostro, disimulado por la tenue luz), con
ojos desorbitados y sin poder respirar, el
revólver que ahora se lucía al lado izquierdo y externo de la mesa del “buey”, al alcance de su tenaza y justo
por donde inevitablemente pasaría a escasos centímetros.
Era obvio, aquel mensaje no podía pasar inadvertido para mí. Que
carajos de mensaje, era una amenaza directa !!!. Cuándo pasé tropezándome
conmigo mismo, creí sentir el revólver apuntando a mi espalda y disparando
repetidas veces de manera inmisericorde. Llegué a la mesa y dejándome caer en
la silla le digo a Neto, con voz trémula, Camarada,
nos vamos ya, no?.
-Flaco, estás loco? !!!-
dijo azorado el chato Willy, pasando la mirada por mí, luego por el revólver y los
chicos de la mesa.
- No
pasa nada, Pepe. Tranquilo, a ese pata lo conozco y me conoce, es “pura finta”-
me dijo Neto sin inmutarse.
ACTO III: EN CAMINO AL OTRO
SENDERO
Neto levantándose de la silla, alarga el brazo derecho hacia el
centro de la mesa con la palma hacia arriba, indicándome que ya nos retirábamos.
Por estar más cerca a la salida y por el temor invadiendo aún todo mi cuerpo
fui el primero en emerger del antro, sin siquiera atreverme a voltear a ver por
última vez a mi Venus y menos
despedirme siquiera con una mueca, del atento barman.
Yo iba de “liebre” del grupo. Mientras llegaba al “Barmóvil”, escuché la voz del barman,
indicándole al chico que cuidaba el auto (obvio, nadie se lo iba a robar, pero
en fin), que no nos cobre, él se encargaba. Escuche a Willy y Neto agradecer,
mientras el Cabezón y Felipe se hablaban
muertos de risa, frases que aún no alcanzaba a escuchar. El Cholo y Neto
cerraban la caravana.
Willy sube al “Barmóvil”
y levanta los seguros. Neto ingresa adelante y, atrás por la puerta izquierda, entran Felipe y el Cabezón, en un cague de
risa monumental, mientras yo me mantenía alerta y el Cholo de otro caderazo me arrimaba contra el Negro.
Ahora Manuel y Felipe me miran y lloran de la risa mientras
Lucho mira por la ventana con su risa cachimbera. Willy ya en ruta, sonríe
mientras me observa por el espejo retrovisor. -Eres un loco de mierda flaco, me repite varias veces.
Neto voltea a mirarme y me sonríe pero solidariamente, como
diciéndome, tranquilo Pepe,
yo estoy contigo.
- Ya carajo, dejen de reírse
de mi Cumpa !! Flaco, la hiciste como la putísima madre, estos huevones se ríen
como cojudos, pero no han tenido los huevos
(aunque sean chiquitos), de dejarse llevar por la cabeza de abajo y no
importarte ir al suicidio. Mis respetos Cumpa…mis res-pe-tos !!. -Claro,
que si esa bestia te agarraba del cuello, la cagada flaco, porque todos
salíamos arrancados, finaliza Lucho ya riéndose también, aunándose al
estruendoso coro de risas del Negro y el Cabezón. Neto voltea y me sonríe
como no dándole importancia a la joda de la chusma.
Las risas, la joda y los
diversos posibles finales de mi aventura, el calibre del revólver, los
atributos de mi Venus y mi cara de terror, sazonaron el viaje. Aún “muñequeado”, los
mandé a la mierda varias veces y en algunas les trataba de sustentar mi
arrebato, pero igual “iba preso”. La
joda me persiguió hasta Maranga.
Willy, siguiendo las instrucciones de Neto, giró en “U” en la
Marina, a la altura del cruce con Faucett. -Estaciónate allí Willy, súbete a la
vereda, nadie va a molestarte, lo tranquilizó Neto. El Chato realizaba las
maniobras finales, siguiendo sus instrucciones.
Willy
apagó el motor y todos desembarcamos del “Barmóvil”.
Estábamos a cuadra y media de la Faucett, en la misma Av. La Marina. La ancha
cuadra le permitía cobijar al viejo Volvo sin ningún problema, aunque no estaba
permitido, pero eran las 12:45 de la medianoche y según Neto -nadie jodería-
afirmó de manera tajante.
Neto nos
invitó a seguirlo. A unos metros había una reja amplia que fue abierta por un
atento portero, el cual saludó a Neto con mucho respeto y a nosotros con amabilidad.
Un conjunto de amplias casas se mostraban a ambos lados de una ancha y larga
callejuela, si mal no recuerdo deberían haber unas cinco casas a cada lado.
Neto se dirigía a la del fondo, la que cerraba la “Ⴖ” invertida.
En el
caminar, percibo a Neto levantando la vista y saludando con la cabeza. Sigo la
línea de visión del “hermano del Cholo” y veo a unos muchachones en las
azoteas, como si estuvieran vigilando las cercanías.
Tuve una
sensación rara, algo que no quería creer estaba molestándome…Me percaté al
voltear, que el Cabezón también se
había dado cuenta y codeaba al Negro pasándole la voz, el cual estaba aún
sonriente y vivaracho -así era él.
Miré a
Lucho, el cual se daba por desentendido del asunto, hablando en voz alta algo
relativo a un paro nacional. Llegamos a la casa y Neto toco el timbre tres
veces.
- “Un rocoto y cinco ajíes” -levantó la voz Neto. Al momento de
abrirse la puerta, nos recibió un tipo amable, de unos 40 a 50 años, de aspecto
provinciano. Saludó a Neto con respeto casi marcial y este finalmente nos
presentó, invitándonos a ingresar.
- “Camarada Pedro”, le presento a cinco “amigos comprometidos con el Partido”- dijo Neto, mientras
ingresábamos y el hombre sonriente nos recibía con un apretón de manos
afectuoso y nos saludaba a cada uno diciendo cada vez –“mucho gusto camarada, está en su casa, adelante”.
- Lo que se me cocinaba dentro de la cabeza era muy feo, pero tanto que me
era imposible de creer, entonces traté de no hacerme “una pelea de gatos” en la cabeza y solo tirar “pa’delante”.
La casa era bastante amplia, como las típicas casonas de los ’70
en Maranga. Al lado izquierdo, inmediato a la puerta de entrada había una
pequeña salita de recepción con una mesita barroca, dos sillas de fina madera y
un teléfono tipo “años ’30, en color dorado, y una coqueta cortinita de buen
gusto.
Ya dentro me percaté de que había bastantes personas, muchos
hombres y solo algunas mujeres, cuatro o cinco, creo. Neto ingreso a la sala
principal seguido por nosotros: primero Lucho, segundo el Cabezón, luego yo.
Felipe y Willy cerraban el grupo. Neto nos empezó a presentar a los asistentes,
la mayoría gente de “peso“, entre 40 a 50 años promedio, sentados en amplios y
elegantes sillones.
Era una casa bien plantada. Neto solo nos presentó como sus “grandes amigos”. Fuimos saludando a cada
persona dándoles la mano y todos sin excepción nos saludaban amablemente con el
sambenito de “camarada”. La gran
mayoría tenía rasgos andinos o de provincias, salvo tres o cuatro muchachones
con barba, altos, bien agarrados que parecían guardaespaldas y ubicados en
distintos lugares de la amplia residencia. Nos trajeron unas sillas y nos
acomodamos, mientras apareció otra vez Neto con una botella de licor
transparente y una copita.
Para mí, era lógico pensar que era un pisco artesanal. El
primero en beber fue Lucho y se la despachó de un tanganazo, hizo un rictus con
la boca y me paso la copita.
- Este trago es para
hombres, así que disimula, flaco. -Me dijo el Cholo.
- Sonreí, me serví e
imitando a Lucho, me lo sople de un toque. Carajo, me ahogo, me falta el aire y
me puse rojo, tosí un par de veces y vi cómo, algunos presentes sonreían al ver
mi turbación y falta de “entrenamiento”
para beber yonke.
- Mierrrda, dije con voz apagada por el incendio que flameaba en mi
interior. Está recontra fuerte. Lucho y Willy se cagaban de risa, mientras
Neto sonreía y se excusaba conmigo de no haberme advertido. Uno de los
presentes, cruzó la amplia sala, me tocó el brazo de manera amigable y me dijo:
– No se preocupe camarada, el yonke es recio pero noble como
los hombres de los andes, ya se acostumbrará poco a poco. -Le sonreí
agradeciéndole el gesto. Me dio una palmada en el hombro y se retiró cortesmente.
Mientras
el yonke flamígero circulaba, Neto cual
atento anfitrión me trajo una “Cristal” y un vaso. Le agradecí y brindé con él.
Al entregarle el vaso, por poco se me cae al recibir un codazo de Willy, que
estaba sentado a mi costado. Lo miré y con la vista me hizo una seña. Su mirada
se dirigía a un telar colgado en la pared frontal a nuestra ubicación y que en
nuestra llegada y producto de las presentaciones, atenciones y el yonke, no nos
habíamos percatado….hasta ese preciso instante.
El telar estaba
en la pared frente a nosotros y mostraba a un pelotón militar de fusilamiento
disparando contra un campesino, el cual yacía sangrante en el suelo. Volví la
cabeza para mirar al Cabezón y a Felipe y ambos que habían tenido un lapso de
parálisis, se repusieron prontamente. Manuel, obviando a Willy que estaba en
medio de nosotros y sin levantarse se estiró, me jaló del brazo y me dijo
flemáticamente –Flaco, desahuévate.
Tranquilo nomás, disimula, hay que seguir relajados porque podemos incomodar a
la gente y ahí sí que nos podemos joder y creo que ni Neto nos salva.
En lugar de tranquilizarme las palabras del Cabezón, me pusieron
más “muñequeado”. Le pedí a Felipe el vaso y la botella
de cerveza, se la arranqué de las manos y me bebí un vaso lleno “de un saque”. Ello me dio algo de aplomo,
pero yo que ya estaba medio “grogui”
a la hora de llegar, producto de las chelas
en la Unión y de mi affaire con pánico de cierre en el antro, ahora estaba
totalmente lúcido, terriblemente lúcido pero aún sin poder (ni querer) ordenar
mis ideas.
No sé si
Neto se dio cuenta de ello, sin embargo apareció de la mano con una linda chica
de rasgos andinos, huanuqueña? cuzqueña quizás? de tersa tez blanca y trenzas
castañas, que no sé de donde la sacó porque no estaba dentro de las cuatro
“señoras” que habíamos saludado. La verdad, era muy guapa y me dijo
–¿bailamos?. Yo no sabía que contestar, estaba aún turbado con lo sucedido en el antro y la verdad ganas de bailar y ante ese público y huayno, menos !!.
Esta vez
Lucho me sacó del aprieto y sin dudarlo un momento, tomó la mano de la ninfa y
todos los presentes aplaudieron, Neto y Felipe eran los más bulleros. Un huayno
se empezó a escuchar en el ambiente y yo estaba lúcido pero ahuevado.
- Vamos Cholo, saca cara
por la promo- le grita Felipe. Lucho me dice:
- Flaco, este huayno se llama “Huancayo Lindo”, tú que solo escuchas a “Los Beatles y “rock and
roll”, aprende a oír y escuchar la música de nuestro Perú profundo !!!. Lo odié
al Cholo como nunca.
La esplendorosa
muchacha veinteañera, lo toma del brazo derecho y moviendo caderas y piernas al
son de la música, lo guía hacia el centro de la sala. Fungiendo de cómplices, el Chato, el Cabezón y el Negro, ahora arengaban
con miradas y gestos al Cholo, como si todo fuera normal…- estos HDP -pensé.
Escucho a
Felipe que le dice –lúcete Cholo, baila
ahora como hace un rato lo hizo el Flaco, pero tú no te chupes ni te hagas el
tercio-. Le grita, terminando con una tremenda risa e hipando como siempre.
Veo que
con la mirada, la chica le dice a Lucho que la siga nuevamente. Ella se pasea oronda
con el Cholo que no desentona, dando una vuelta a la sala en un tiempo que me
parece eterno, mientras los asistentes aplauden y también lo arengan con
miradas y gestos. Ella luego lo lleva al centro y otra vez lo mira como guiándolo,
esta vez empieza un zapateo armónico elevando con sus manos, su moderada
minifalda, descubriendo unas hermosas piernas.
Yo estaría
haciendo un ridículo de antología, porque a pesar de haber balado un sinfín de
veces los huaynos que cerraban los “tonos” cuando uno ya estaba bien macerado,
pues no había temor al ridículo y hasta a veces, creo que lo hacía bien (eso
creía yo, hasta ese momento), pero esta vez era diferente, sentía la sangre en
mi rostro y hasta la chica sonreía al mirarme de soslayo, pensando que era de
vergüenza por no saber bailar y no percibían
que era de desconcierto y temor a no sé qué mierda nos pudiera pasar.
Me
sobrepuse algo con las miradas, aplausos y sonrisas que veía en los rostros de
los presentes y la coqueta sonrisa de la ninfa, así que le metió al zapateo con
coquetos acercamientos hacia Lucho, que también se lucía zapateando, girando y
moviendo la cabeza y los hombros armónicamente. El tiempo parecía interminable,
era como si estuvieran bailando un long
play, hasta que por fin, acabó. Finish.
La gente
entusiasmada, evidentemente por el baile y el atrevimiento del Cholo de aceptar
el duelo y hacerlo bien, estalló en aplausos. La chiquilla le hizo una venia, Lucho
le correspondió y sonrió dándole las gracias. Ella se alejó mirándolo sin dejar
de sonreír.
Mientras
los asistentes se paraban a palmotearlo y brindar con él unos vasos de cerveza.
El Cholo sudaba y agradecía a todos y brindó con ellos mientras buscaba nuestro
córner. En ese momento, mientras yo bebía otro vaso y doy unos pasos para
ubicar a mis “patas” a los que había perdido de vista, me acerco a una salita
contigua en que se mostraba un gran telar, este ya no dejaba dudas e hizo que
aquello que me era “imposible de creer”,
fuera totalmente cierto.
Frente a
mí, el cuadro me miraba fijamente, detrás
de unos lentes y una cara cuadrada, archiconocida, sosteniendo con la mano
derecha la clásica bandera roja con la hoz y el martillo en la esquina superior.
En ese momento creo que mi mente, mi corazón, mi entorno, todo el mundo empezó
a girar en torno a mí.
ACTO IV: CHOLO DE MIERDA…TE MATO !!!
En ese
preciso momento, en que la voz ya no me salía y la palidez inundaba mi rostro,
el Cholo Ramírez me abraza fuertemente y con esa clásica voz ronca dice a todos
y a ninguno, disculpen al “camarada”,
parece que la mezcla del yonke y las
“chelas” le han caído algo mal al
flaquito, nos disculpan, me lo llevo al baño.
Lucho
casi a rastras me saca de la enorme sala, mientras
el Cabezón me arranca el vaso de la mano sin dificultad. Un asistente
presuroso le indica la ruta del baño y el Cholo me sostiene con fuerza. Me
empuja dentro del baño, cierra la puerta, mientras yo trato de soltarme. Lucho
me da un giro, quedo frente a trente con él, me arrima contra la pared y me
tapa la boca con la mano.
-
Flaco, Cumpa, no la vayas a cagar. Ya sé, ya sé, pero estamos acá y no puedes irte de pronto,
tenemos que esperar un poco, además, te diste cuenta? Son gente amable,
campechana y estoy recogiendo unos datos de
la putísima madre para hacer mi doctorado. Además no jodas, a Neto le has
caído recontra bien y él es nuestro protector. No pasa nada Cumpa, tranquilo
nomás. Esta sé la vas a contar a tus nietos- finaliza con voz apagada.
Le arranco la mano de mi boca y él eleva la voz –vomita
flaco, vomita, te va a hacer bien !!-
Yo entiendo que si armo el escándalo estamos realmente jodidos, entonces,
también con voz apagada, pero al borde de la histeria y rojo de ira le espeto –Oye CTM, sabes lo que nos puede pasar si cae
la tombería, so huevón? Sabes carajo?..!!!!!!.
-Flaco, tú tranquilo, respira, toma agua -dice el Cholo otra vez
en voz alta.
- Imbécil de mierda yo trabajo en PETROPERU, en PE-TRO-PERU, huevón de
mierda. Si me agarran acá, soy declarado ”traidor a la patria”, Cholo CTM. Me
canean de por vida con los “terrucos” o me fusilan. Tú quédate pero yo me
voy a toque…!!.
-Sigue respirando, lávate la cara, vas a estar mejor, nuevamente dice Lucho en voz alta.
Ahora me susurra -flaco,
no va a pasar nada, tú tranquilo. Esta gente tiene un servicio de vigilancia
que ya lo quisiera Alan en Palacio. Mira, por mi madrecita, un par de horas más
y nos vamos. Además ya van a pasar el combo, so huevón. Me reitera con voz
medida y como si fuese una reunión cualquiera.
Yo no sabía si admirar más
la locura de Lucho o su falta de respeto conmigo y con todos al ponernos (y
ponerse) en una situación tan crítica. Pero era
Lucho…..y así “un loco de mierda elevado
a la enésima potencia”, así lo queríamos. -Porqué? Espero saberlo en algún momento.
- Oye huevón y si ya han detectado este lugar y la tombería está
fotografiando a todos los que salen y entran?.!! El carro de Willy está afuera,
nos vamos a joder..!!. Tocan la puerta del baño y se escucha la voz de Neto
–Lucho,
Pepe está bien? -sí, ya está mejor
no pasa nada Neto -dice Lucho.
Yo en ese instante digo –Sí Neto, ya estoy mejor, no fue nada.
- Ok yo los espero-. Dijo
Neto.
- Flaco júrame por tu viejita que adoras que no la vas a cagar -esta
vez él me suplicaba. Yo, sacando una frialdad hasta ahora desconocida en mí, le
dije –Ok. Voy a estar tranquilo, CTM. Pero te juro que si salimos de esta, te
mato, Cholo RCTM.
Salimos ambos y Neto nos esperaba. Me puso el brazo en el hombro
afectuosamente y sonriendo me preguntó –Pepe, ¿ya estás bien? -sí, Neto. No fue
nada. El efecto del yonke, creo y el susto anterior me movió todo -le dije.
Lucho tomando el protagonismo y a ambos del brazo dice –El flaco
estaba “moviloil”, por el culo del huarique, la ’38 del cholón,
el yonke y el ridículo que hubiera hecho bailando huayno-twist con una princesa
andina que nos ha dado una lección de danza ancestral-cultural. Mi flaco nunca ha pasado de un “valsario” aputamadrado,
pequeño-burgués y cantado por Chabuca Granda. Han sido muchas emociones
juntas para el escuálido cuerpo de mi Cumpita.
Pero como verás, ya está como nuevo. Poco
a poco lo vamos a entrenar.
- Ay Lucho, si llegamos a
mañana te jodiste conmigo. Pienso sin mirarlo.
- De todas maneras, te están calentando un caldito de gallina
para que te repongas bien, Pepito -dice Neto. Juro por mi viejita que no
puedo creer que éste pata sea “terruco”.
Es un muchacho como cualquiera y me he podido cruzar con él un sinfín de veces,
así como toda esa gente mayor, afectuosa, jaranera, común, o la chiquilla….
será “terruquita”? Dios..!!! y Edith Lagos.?. Siento una especie de picazón en
el cuerpo….El Cholo me agarra de la cintura y nos acercamos a donde están
Willy, El Cabezón y Felipe.
Casi me caigo de espaldas, están agrupados en la salita contigua
junto al telar principal, riendo y brindando. Están locos, este es un mal sueño o el demente soy yo? Qué carajos pasa?.
Y si solamente son un apoyo logístico, “Socorro
Popular”?…..pero igual son “terrucos”,
si cae la “mancada”, nos jodemos.
- Camaradas, dice Lucho elevando un poco la voz, nuestro flaco ya
está listo de nuevo para la pichanga. Aunque no le caería mal un par de “mogras” como refuerzo- dice Lucho riendo
y haciendo una mueca de aspirar por una fosa nasal.
Todos ríen y brindan mientras me palmotean. El Negro me toma del
brazo fuertemente y me dice entre dientes –sonríe
nomás flaco y chupa huevón yo sé que te cagas de miedo, pero no podemos hacer
nada, solo seguir la corriente, acuérdate que si cae la mancada, JC es patísima
de Abel. Tranquilo nomás.
En ese momento, un camarada
que parece el anfitrión, toma la palabra en el centro de la amplia sala. -Camaradas, hoy como siempre estamos
juntos, esta vez para festejar la
libertad de veinte guerreros. Ha sido un gran triunfo y el gestor principal
es el “Camarada Rojo”. Todos los
asistentes aplauden y miran a Neto que está a mi derecha, este saluda a los
presentes con el brazo izquierdo en alto y el puño cerrado.
Neto toma la palabra y dice –Camaradas,
para mí ha sido un placer el haber
culminado exitosamente el honroso encargo del Comité Central. La próxima semana estarán presentes acá nuestros
luchadores y podrán ser agasajados como se merecen. Otra salva de aplausos
cierra su breve respuesta.
Ahora el anfitrión, desde el centro de la amplia sala, dice –voy
a presentar al primer kusituy de la
noche, ellos son “Mosoq Perú”, que interpretarán nuestro himno, “Flor de Retama”, termina aplaudiendo
con todos los presentes.
Las luces bajan en intensidad notablemente durante unos segundos
y un haz de luz ilumina ahora a un conjunto de tres miembros, dos con guitarras,
uno con charango y otro haz de luz más delgado pero más intenso, ilumina al
telar del pelotón de fusilamiento y el campesino caído. No hay duda que hay un
juego de luces espectacular, preparado específicamente para la presentación.
Las manos me sudan, el Cholo
está concentrado y fresco como una lechuga, Willy, Felipe y El Cabezón, están
atentos y pasándose una chela.
El trío empieza con una introducción de guitarras y charango,
lenta, con la punteada que pinta la cadencia del huayno:
Vengan todos a ver
¡Ay, vamos a ver!
Vengan hermanos a ver
¡Ay, vamos a ver!
En la Plazuela de Huanta,
Amarillito flor de retama,
Amarillito, amarillando
Flor de retama.
El canto es triste, lastimero.
Escucho un silencio sepulcral…..
Por Cinco Esquinas están,
Los Sinchis entrando están.
En la plazuela de huanta
Los Sinchis rodeando están.
Van a matar estudiantes
Huantinos de corazón,
Amarillito, amarillando
Flor de retama;
Primera vez que estoy tan atento a la letra de un
huayno y el mensaje es evidentemente dramático.
Van a matar campesinos
Huantinos de corazón,
Amarillito, amarillando
Flor de retama.
Acá nadie canta al coro, nadie aplaude ni acompaña. Solo escuchan con
evidente tristeza y amargura.
En donde la vida
Se hace más fría que la muerte misma
Taita inti arde indignado
Las grandes nieves se descongelan
Y los grandes lagos comienzan a colmarse
El gran aluvión, está por llegar
Para sepultar, mundos que oprimen
Y sobre la tierra nueva; florecerá la retama
Y así las palmas que suenen arriba
Ta ta ta
Ahora sí los aplausos estallan y las arengas con el brazo
izquierdo en alto y el puño cerrado no se hacen esperar. El griterío me hace
suponer que ya la Policía está rompiendo la puerta e ingresando a balazos. Una
gota de sudor frío se desprende de mi cien derecha.
Justo cuando estoy por decidir a arrancarme sin pensar en nada,
la princesa andina con la que bailó Lucho, aparece a mi lado con una bandeja y
un caldo de gallina que la verdad olía de maravillas. Me dice que la siga. Miro
a Lucho y a “mis camaradas”, pero
están en otra. No tengo alternativa y sigo a esas hermosas caderas. Entramos a
un cómodo y amplio comedor. Estamos solos. Me invita a sentarme y a comer. Yo
no tenía ni pisca de apetito, parecía que tenía media gallina atorada en la
garganta. Solo quería salir de allí, pero aún no era el momento.
- Soy la “Camarada Sonia” me dice con voz dulce y
presentándose.
- Yo soy Pep… y por segunda
vez en la noche una ninfa me niega el derecho a presentarme.
- No me des tu nombre. Eso será luego. No quisiste bailar
conmigo, dijo a manera de reproche con una sonrisita pícara.
- Disculpa no quise
ofenderte, es que soy malísimo bailando e iba hacer un ridículo tremendo- le
digo excusándome nerviosamente. Me hizo un mohín como no dándole importancia al
asunto y sonriendo me dijo -son muy
amigos de Rojo, verdad?. Ojalá
ingresen pronto al partido-. Mierrrrda, “ingresar al partido”– pensé
- Bueno, ahora come por
favor, no hagas que me moleste contigo. Debes alimentarte, estás pálido- me dice
sonriendo nuevamente.
Yo empiezo a cucharear la sopa mientras ella continúa.
-
Se empieza con la doctrina y
luego se evalúa el tipo de entrenamiento que tendrá cada uno. Al final firman
un compromiso. Ya poco a poco se enterarán. Yo te adelanto estos detalles
porque ustedes me parecen muy buenos prospectos, PERFECTOS PARA COMPLEMENTAR NUESTROS OBJETIVOS, sobretodo en “Socorro”. El “Camarada Rojo” es infalible también para el reclutamiento. Casi me
atraganto aún más y ella me siguió hablando.
-
Eso sí, te confirmo que ni te preocupes
por…. bueno, bueno, seguro de esos detalles y otros, “Rojo” se encargará de comunicárselos.
Si quieres descansar me avisas, estoy aquí nomás en la cocina,
ayudando. Hay un cuarto listo para que puedan tomar una siesta. Son bienvenidos..!!
-me dijo, dándome un apretón en el brazo.
Ya nos vemos, me sonrió y salió del comedor rumbo a la cocina. La
seguí con la vista porque estaba buenaza “la
camarada”.
Al verla desaparecer sentí que mi corazón
seguía galopando como caballo desbocado, levanto el plato para beber
prontamente el agradable líquido y solo mordisqueo la presa. Me limpio la boca
con la servilleta de tela finamente bordada y salgo también del comedor.
Veo mi reloj y son las 03: 05 am., logro percibir a otro
conjunto musical, pero ya no oigo nada, solo trato de ver como poder salir. De pronto el Cabezón se me cruza y me dice
–aprovechemos en salir, pensé que te habías ido ya, me dijo.
- No pude, pero ya te cuento. Tenemos
que salir -le digo enfatizando la
palabra. Distingo con algo de dificultad al Cholo, Willy y Felipe bien
sentados, atentos a la música pero pasándose una chela…
Busco a Neto con la mirada rogando no encontrarlo para así ver
la posibilidad de salir sin ser tan obvios, pero recuerdo que el “camarada
Pedro” se encuentra resguardando la puerta y nuevamente siento el sudor en mis
manos.
- Pepe, que bien, ya estás
más entonado, me dice Neto, sorprendiéndome su presencia a mi lado.
- Sí ya estoy mejor y ese
caldito de gallina estaba muy bueno. Gracias -le respondí, algo sorprendido.
- Y la compañía también, me
imagino…
- Por supuesto, mucho mejor.
- La “Camarada Sonia” es una excelente anfitriona, concluyó. Me sonrió y
me palmoteó el brazo.
Parecía que nos conociéramos desde tiempo atrás, habíamos tenido
esa empatía que solo se da y punto. Existe una conexión que simplemente hace
que dos personas puedan sentir confianza casi inmediatamente, sin embargo la
realidad me sopapeaba y me decía que Neto era el “CAMARADA Rojo”.
- Tengo que hacer un momento, en diez minutos regreso, me dijo
mientras miraba hacia la baranda frontal de la segunda planta. Cuando empezó a subir las escaleras, dirigí
mi mirada hacia donde miraba Neto y la sombra de un hombre delgado, vestido de
negro se deslizaba hacia la oscuridad de un pasillo que seguramente daba a
los dormitorios o…. a unas oficinas?
Era el momento, Neto en el 2° piso, a Sonia no la veía y tenía
al Cabezón a mi lado. Lucho, Felipe y Willy que se la vean –me dijo mi instinto
de conservación. Justo en ese momento, el Cholo me mira y alzando la botella,
en medio del gentío, me espeta:
- Flaco, salud !!. -Mierrrda,
me quería morir. El Cabezón trató de escurrirse y Felipe dice –Manuel, no te me
escondas ven a brindar acá, como los hombres. Negro y la CSM.
Los dos azorados, nos acercamos, el Cabezón sonríe a Felipe y me
parece adivinar que le quiere decir. El Cholo se para, me entrega la botella y
brinda por el “Camarada Fernando”, me
dice mientras me entrega el vaso y los presentes alzan sus vasos y
brindan….conmigo, hasta la Victoria Final,
“Camarada Fernando”
- No sabía que decir,
instintivamente elevé medianamente el brazo con el vaso en mano y saludando a
todos brindé con ellos.
- Cholo HDP, que va a hacer de mi vida? –Quería gritar a voces pero
no me salía ni un murmullo. Estaba asustado y ahora “el mitrón” que estaba tan preocupado como yo, reía con Felipe y
Willy. Lucho conversaba con otro “camarada”,
vaso en mano en la salita contigua y yo me iba acercando.
De pronto de nuevo me encontré con esos ojos fríos que me
miraban detrás de los anteojos cuadrados, como adivinando mis pensamientos,
como si supiera que yo era un intruso, un advenedizo que no debería haber
ingresado a este, su sagrado cuartel …ni debería salir, tampoco.
En este estado de alelamiento me encontró Neto, el cual me puso
el brazo sobre mis hombros y me dijo –así que ya te bautizó Lucho, eres el “camarada Fernando”, me gusta, si te gusta a
ti, pues así será. Estaba por dejarme y acercarse a Lucho, cuando
súbitamente y sin pensar lo tomé del brazo. Neto volteó algo sorprendido por la
firmeza con que lo había detenido.
- Pasa algo, Pepe?.Te sientes bien?. Me dijo algo preocupado al notar
mi turbación.
- Neto, yo…fíjate…creo que
ya es bastante tarde y seguro están preocupados en casa, tu sabes, la situación
que atravesamos y entonces…además, no sé
cómo explicarte…la situación, los riesgos…la familia, que te digo…
No pude continuar con mis incoherencias ni obviar mí lividez,
porque vi en los ojos de Neto una luz que se abría paso a través de lo
enrevesado de mi escusa. Me tomó del brazo y mirándome fijamente, como
queriendo atravesar mis pensamientos y desnudar mi atolondramiento, me dijo:
- Pepe, dime sinceramente,
Lucho no les dijo nada?.. No son ustedes el grupo que desea unirse a la “lucha popular”?
-me quedé mudo, no sabía que responder, pensaba que de mi contestación
podrían desprenderse un sinfín de posibilidades y la mayoría de ellas era muy
probable que no fueran las que Neto esperaba de mí. Estaba mucho en juego a
partir de una respuesta mal dada, pero el
silencio letal fue de por sí, implícito.
Neto suspiró profundamente, agachó la cabeza un instante, luego
me tomó del brazo y me dijo, que pena Pepe, la verdad lo lamento por el movimiento, por mí y porque contar con gente como
ustedes es vital para nosotros. Entenderás, como buen amigo y hombre inteligente,
que para todo efecto nunca estuviste acá, ni viste ni escuchaste
absolutamente nada.
Me lo dijo haciendo énfasis en sus palabras, pero no con un tono amenazante, sino más bien
como la advertencia sincera de una buen amigo. Me estrechó la mano,
diciéndome –no te preocupes, ándate ya, seguro te están esperando en casa. Lo
miré sin temor, hasta podría decir con afecto al “Camarada Rojo”, quizás en
otro escenario de vida hubiésemos sido muy buenos amigos. No te preocupes, no he estado aquí nunca y creo que hubiésemos sido grandes
camaradas. Le dije.
Me sonrió melancólicamente. No te despidas de nadie. Yo me
encargo. Diciéndome ello dio media vuelta y se dirigió al grupo donde estaba
Lucho. Manuel había estado observando nuestra conversación y se acercaba. Al
toparse con Neto, este le dijo algo al oído y Manuel se siguió acercando a mí.
Yo no lo esperé, sudaba frío, pero me acerqué al Camarada Pedro y amablemente me abrió la puerta luego de una seña
de Neto. Le di las gracias y el frío aire de la madrugada baño mi rostro
lívido, giré la cabeza al percibir que Manuel se despedía de Pedro, estrechándole la mano.
Seguí caminando pero quería correr, sin embargo esta vez el
pánico quedó atrás y el instinto de conservación tomó la batuta, hasta lograr
que mis pasos fueran tranquilos y acompasados, aunque pareciera un camino
infinito el llegar hasta la reja de salida.
En el ínterin, el Cabezón me dio el alcance, me tomó del brazo y
me sonrió –ya estás mejor camarada? –me dijo, fresco como una lechuga. Quise
sonreír, pero solo me salió una mueca. Al acercarnos a la reja de entrada, el “camarada Pedro” hizo una señal de
conformidad al vigilante, que había aparecido de la nada, camuflado entre las
tinieblas de la noche y los jardines de las casas colindantes.
Nos hizo una venia, pero con la mano nos dio un alto previo. Salió
primero, observó la avenida, miró hacia arriba, me imaginaba coordinando con
los vigías que habíamos visto al llegar, escrutó la calle y nos hizo un gesto
con la mano, invitándonos a salir. Así lo hicimos. Le dimos las gracias y él
respondió con el puño izquierdo a media altura.
Caminamos en silencio,
pasamos el “Barmóvil” que seguía estacionado y como mudo testigo de nuestra
presencia. Caminamos sin apresuramiento, a pesar de
las ganas de correr y la sudoración que sentía. Tenía esa sensación de sentir varios
ojos escrutando nuestros movimientos, no sé si para cuidarnos o…..
Pasaba un taxi, le hicimos señas para que se detenga. El
automóvil se detuvo y subimos sin preguntar nada. La Virgen lo envió, no hay
nada que hacer, pensé.. El chofer algo anonadado, nos miró y el cabezón le
dijo, a Pueblo Libre. Seguimos en silencio un buen rato y luego Manuel, sentado
al lado del chofer me dijo, Pepe, mañana
te llamo para conversar bien, te dejo en Sucre.
No respondí. Varias escenas pasaban por mi cabeza y me parecía haber
pasado una noche “sub realista”, como
diría Lucho. Ay Lucho, Lucho…carajo.
ACTO V: EL SILENCIO DE LOS
INOCENTES
Al otro día Manuel no me llamó y
yo llamé al Cholo más de cinco veces a diferentes horas y obtuve la misma respuesta:
no está.
En esa semana fui a su casa un
par de veces y tampoco lo encontré. Sabía que no le había pasado algún percance
grave, pero quería que me contara muchas cosas del antes y del después. Toda
la semana me la pasé tenso y receloso, estaba paranoico. En la calle sentía que
me miraban con ojos escrutadores; hasta las chicas lindas me parecían camaradas solapadas y cuando tocaban el
timbre de casa, sudaba frío. Fue una semana angustiante.
Llamé a Felipe y Willy el
miércoles 23, les pregunté si sabían algo de Lucho y me respondieron que no,
que lo habían llamado también a su casa y Elsa les había dicho que todos los días estaba llegando muy tarde de
la universidad. Quedamos en reunirnos en “Los Tres Luchos” al otro día. El Negro se encargaría de pasarle la
voz a Manuel.
El jueves llegué al “trancódromo” a las 6 pm. Aún no
había llegado ninguno, ubiqué una mesa, me senté y pedí una cerveza. A eso de
las 6:15 llegó Manuel.
El Cabezón me dijo que habló brevemente
con Felipe y este le dijo que ya nos
contaría cuando nos reuniéramos, que no era prudente hablar por teléfono “algunas
cosas”. Ahora ya un poco más distendidos, sonreíamos y a veces nos reíamos
de las aventuras pasadas hace unas pocas horas. Estábamos en eso cuando
apareció Willy.
- Hoooola muchachones, que
gusto de verlos, “camaradas”, dijo a
punto de una carcajada. Ay mi flaco, la que nos ha hecho pasar Lucho. Me dijo
mientras me abrazaba.
- Baja la voz, so huevón y si nos están siguiendo..?. Le increpo a
modo de saludo. Sí que ustedes son unos dementes, cómo es posible que hayan
estado tan tranquilos, sabiendo que con esa gente no se juega y que si llegaba
la “tombería” nos jodíamos -le dijo
Manuel, mientras se palmoteaban las espaldas.
- Chato cuenta, cuenta. Willy
se sienta entre ambos, se acomoda y pide un par de chelas. Habla pues, no la
hagas tan larga, chato.
- Primero mi querido “Pepian”, me extraña el proceder de
ustedes, que se hayan ido sin despedirse, sin pasarnos la voz, dejándonos al
garete y en una situación complicada.
Le relaté a Willy lo acontecido previamente a nuestra salida, la
desazón de Neto y sus indicaciones.
- Ahhhh carajo, ya
entiendo. Ya me parecía raro que mis
hermanos nos abandonen y desaparezcan así de pronto.
- Bueno Chato, dinos que
pasó después. Lo apresura Manuel. Willy se estira en la silla, toma un trago y
dice:
- Estábamos con Lucho, el
Negro y un par de camaradas más,
cuando Neto se acercó y llamó al Cholo y de reojo vi que le habló al oído. Neto
se fue para otro ambiente de la casa y el Cholo regresó, brindó con nosotros,
pero su expresión había cambiado. A los cinco minutos nos dijo –nos vamos al toque-. Al ver lo resuelto
de su decisión, solo nos miramos con el Negro.
- Camaradas, regresamos ahorita,
“Rojo” nos ha dado un encargo. Dijo el Cholo en voz alta al grupo. Así que
salieron con el mismo protocolo que nos indicaron a nosotros.
Ya en el “Barmóvil”, arrancaron
y Lucho, sentado atrás, no decía ni palabra. El Negro le preguntó qué había
pasado y que había sido de nosotros. Lucho le respondió solamente que estábamos
bien. Willy los dejó a ambos en la Av. Brasil y arrancó para su casa.
En el ínterin del relato de Willy, se apareció el Negro, nos
saludó tratando de no interrumpir a Willy y asentía con la cabeza, mientras se
tomaba un trago. Manuel le explicó brevemente lo sucedido con nuestra salida. Este Cholo CSM, no nos dijo nada, solo atinó
a confirmar que ustedes ya habían salido bien.
La tertulia siguió ya más animada por el relajo de las chelas y
empezaron a asomar las primeras risas y carcajadas por todo lo vivido esa noche
loca, sin embargo, nos seguía intrigando
la ausencia de noticias de Lucho.
-
“Pepo”, el Dr. Ramírez por el “2” -me dijo Dany. Eran las tres de la tarde y la chamba en esas horas, disminuía
en algo su vértigo diario. Tomé el fono con ansiedad, apresuradamente.
-
Aló, Lucho, nos tienes
preocupados desde hace más de una semana, que pasó?!!.
-
Cumpa, necesito hablar contigo HOY, nos vemos a las 6 en el “Superba”. Colgó y me dejó más intrigado
aún, su tono de hablar y lo escueto de su mensaje sin esperar una respuesta, me
parecía muy raro. Quería avisarle a Felipe o al Cabezón, pero el énfasis en singular de Lucho, me
frenó en seco.
A las 5:15 salí de la oficina y me fui caminado, haciendo tiempo
y pensando en una serie de respuestas de Lucho, pero todas tenían algo o mucho
de fantasía y terror. Preferí empezar a mirar hembritas mientras terminaba el
recorrido. Llegué a las 6:05, con la certeza de que el Cholo llegaría a partir
de las 6:30, manteniendo su religiosa impuntualidad, sin embargo me doy con la
sorpresa que ya estaba sentado esperándome y con media chela consumida.
- Acá está pasando algo preocupante, pensé, mientras veía el
rostro de Lucho inusualmente serio, sin esa sonrisa bonachona, afectuosa y
amical que lo caracterizaba.
Luego de un abrazo algo furtivo y sin la efusividad y alegría
que lo distinguía, nos sentamos y me dijo bastante preocupado:
- Cumpa esta vez si la cagué bien. Esa autocrítica inicial, en Lucho era
insólita, prácticamente imposible.
- Qué pasa Cumpita? Nos tienes intrigados. Desde
hace varios días no contestas llamadas, Elsa y Luchín nos dicen que no estás.
Te han llamado Felipe, Manuel y Willy, sin poderte ubicar.
-Cumpa, te voy a contar realmente
lo que ha pasado. Me dijo luego de tomar un largo trago.
- A Neto lo conozco desde
hace tres años. Es sanmarquino y últimamente estuvo de Profesor de Realidad Peruana II en La Agraria. Poco a poco nos
hicimos amigos, yo sabía por los “correveidile”,
que el hombre estaba bien comprometido
con el movimiento y una vez entre tragos le confesé mi admiración por el Camarada Gonzalo, “la lucha
revolucionaria” y mi deseo de integrarme a sus filas. A veces se me escapa una
“sana” envidia, un deseo digamos, irrealizable de participar en la “lucha armada”,
peor con unos tragos encima.
Luego en
la universidad nos encontrábamos y conversábamos, es decir yo hablaba y él
escuchaba. -Ese si es Lucho -pensé. Hasta que una vez, saliendo de tomar unos
tragos por el cumpleaños de un colega, me dijo que estaba haciendo su doctorado
y le interesaba mi análisis acerca de la situación que estaba pasando en el
país.
Le respondí
que justamente pertenecía a la Promoción ’68 del Colegio Salesiano llamada “Ernesto Che Guevara” y ello le sorprendió
e interesó aún más. Me dijo –“seguro eran un grupo de jóvenes contestatarios
frente a la burguesía clerical y admiradores de la revolución cubana”.
Le dije
que dentro de la Promo, tenía un pequeño
grupo de amigos radicales que estaban de acuerdo con la lucha armada y nos
reuníamos semanalmente en la UES para intercambiar
opiniones progresistas. Pero se lo dije por
joder, por darme importancia.
Mientras yo cavilaba calladamente, sin poder creer lo
transparente que era Lucho al contarme sin arabescos ni artilugios su relación
amical con Neto y las huevadas que le habría estado contando de nosotros.
- Hace tres semanas, Cumpa,
me lo encontré en La Agraria como de costumbre y sobre el pucho me dijo:
- Lucho, estoy realmente interesado en conocer a tus amigos- crees que ustedes
puedan acercarse más al movimiento de lucha?. Me preguntó.
- Pero por supuesto Neto,
es gente de putísima madre y estarían más que agradecidos por ello. Le dije muy
seguro, pero en “fanfarrea”, Cumpita,
por mi Madre, me dijo como disculpándose. Entonces Neto me sorprendió y me dijo:
- Hecho, necesitamos gente
de ese nivel que nos pueda apoyar. Se deschavó de fresa, Cumpa, conmigo. Tenía frente a mí a un camarada de la lucha
popular, no lo podía creer, era una situación sub-realista, entonces entusiasmado le repliqué:
- Ni hablar, dalo por hecho, este viernes a partir de
las 7 de la noche nos reunimos en la UES. Nos vamos desde acá o nos encontramos
en algún punto?
- Desde acá está bien. Me
dijo.
Bueno Cumpa, mi error fue el no haberlos puesto al tanto o
haberle hecho creer a Neto que ustedes, tremendos
derechistas consumados, eran
acérrimos simpatizantes de SL.
En ese punto casi me caigo de la
silla.
-¿Estás huevón Cholo? ¿Qué mierda tienes en la cabeza?. ¿Cómo
crees que te puedes jugar con esa gente?
-Ya sé, ya sé Cumpa, la
recagué, pero entiéndeme, para mí la investigación lo es todo, tú me
conoces, entonces ponte en mi lugar, acercarme aunque sea un poquito a esa
gente que se mimetiza en todo el país y que hasta puede conquistar el poder,
pues era algo irresistible, además sería una aventura del carajo !!. Bueno,
lo demás ya lo sabes tú- me dijo sirviéndose otro vaso.
- Hey Cumpa, ahí no acaba
la historia, le dije, ahí empieza. Cuando me arranqué con Manuel, luego de
franquearme con Neto, no franquearme, sino que mi silencio fue por demás
evidente para él, nos dijo que nos fuéramos sin despedirnos y le hizo un ademán
al camarada Pedro, para que nos deje
salir. Yo lo vi acercarse al grupo en que estabas con el Negro, Willy y otros camaradas. Qué pasó luego?, le dije
porque había ahí un “agujero negro”
que quería disipar.
- Bueno Cumpa, en esos
instantes, se me acercó Neto y me llamó a un lado y me dijo: te equivocaste
de “camaradas” y me has metido en un serio problema. Lucho, tienen diez minutos
para que se vayan. Nunca estuvieron acá.
Ya se lo advertí a Pepe, salió con Manuel. Acabo de dar las órdenes para
que ustedes salgan sin problemas. Ya
conversaremos el lunes -me dijo en tono serio, sin cólera, sin ira, pero de
manera determinante.
Bien, llegó el lunes a la Universidad y no lo
ubiqué en la Sala de Profesores, la
verdad tampoco tenía muchas ganas de verlo, dicté clases, almorcé y así pasé el
día. Me quedé en la “U” adrede, corrigiendo pruebas hasta pasadas las once de
la noche. A partir del martes, empecé a notar cierto mutismo y alejamiento de
la “muchachada” a los que les dicto
cursos, no entendía la razón. Yo siempre los saludaba con el puño en alto (a la
altura del hombro), pero ya no me respondían, más bien evitaban mirarme y acercarse
a conversar. Ahí sí me preocupé.
Pregunté por Neto en la Secretaría de la Facultad, pero no me
dieron respuestas. Yo quería disculparme
con él y decirle francamente que me había equivocado, que ustedes solo eran
simpatizantes “de la boca pa’ fuera” y yo había “idealizado” las opciones que
me había dado el grupo, generándome un falso concepto. Salí de la Agraria a
las 8 de la noche y me fui a buscar a David. Me quedé con él hasta las 2 de la
mañana tomándonos un piscacho.
El miércoles y jueves, hice
exactamente lo mismo, no quería ir a mi casa temprano, si me hacían reglaje,
pues que se orienten a la casa de Davicho y no jodan a la familia -pensé. Total,
el chato es soltero y no tiene mucho que perder. Me dijo reprimiendo la risa y
tomándome del brazo.
- Huevón nos pueden estar
haciendo reglaje ahora mismo y nos dan vuelta al toque.
- Nooo flaco, toy jodiendo, Neto
no haría eso, sabe que nosotros no
vamos a hablar ni mierda, sabe que
no somos tan cojudos de arriesgar nuestras vidas. Aunque ahora ya no sé, la
verdad no lo sé. Dijo preocupado.
- Pero lo jodido fue el
viernes. Voy nuevamente a Secretaría a ver si había alguna noticia de Neto y
casi me caigo de espaldas. La secre me
dijo que Neto había mandado una Carta Notarial presentando su renuncia irrevocable
por motivos personales. Le dije que tenía urgencia de comunicarme con él
por un material que le había prestado y si fuera tan amable de darme su número
telefónico.
A
regañadientes me lo dio. Estuve como media hora en el Salón de Profesores, dándole
vueltas al asunto y afinar la mejor disculpa. Al final dije, que mierda, salga “pato o gallareta”, lo llamo carajo.
Me armé de valor y lo llamé desde la Universidad. Timbraba, timbraba, timbraba,
timbraba y timbraba. Lo llame cuatro veces a número de mierda y nada. Fui
nuevamente a secretaría a confirmar el número, porque cabía la posibilidad de
que me lo habrían dado mal o lo había copiado equivocadamente.
No, la
secre me dijo que a ese número siempre se le llamaba. Pedí su dirección y me
dijeron que tenía que pedírsela al Decano, que es mi pata, pero ya lo había
visto medio incómodo conmigo, así que lo descarté. Parece que lo de su tesis
quedó pendiente y desapareció.
-
No quiero especular, porque me
siento culpable, ojalá le vaya bien.
- No le respondí, cambié de tema y finalmente estuvimos hablando
de la reunión que tuvimos en “Los Tres
Luchos” con los otros “camaradas”.
Reímos un poco. Lo acompañé a su casa y nos despedimos.
ACTO VI:
EPÍLOGO
En
Diciembre finalizó el ciclo que enseñaba Lucho en la Agraria y la relación con
los estudiantes se había deteriorado mucho. En
ese lapso se le presento una opción de chamba en la Selva y se arrancó feliz.
Pasó el tiempo y poco a poco, ese episodio tan especial que pasamos, se fue
atenuando con el diario vivir y por el giro político en el país.
Mi
renuncia a la Empresa y otras anécdotas que viví y sufrí con mi Cumpa, se merecen
otras crónicas aparte.
Luego
de más o menos cinco años, por un encargo laboral fui al centro de Lima y por
mera casualidad el taxi pasó por el Jr. Moquegua. El antro ya no existía, la entrada estaba totalmente tapiada,
tontamente busqué entre las mujeres que ya se empezaban a pasear por los
alrededores en busca de clientes, a mi musa, quería verla nuevamente.
Sabía
en mi fuero interno que ello era casi imposible, pero la emoción, los recuerdos
y algunos despertares entre las piernas, me hacían girar la cabeza a todos
lados mientras el semáforo seguía en rojo. Evidentemente, no la encontré en
algunas de las que pude ver, ni siquiera parecida al mujerón de esa noche. El taxi partió al cambiar la luz y allí se
difuminaron mis ilusiones.
Una
noche en la UES, con Lucho, años después
y rememorando tiempos añejos, luego de su periplo por Europa, especialmente por
España, me confesó que una vez, saliendo con Moisés Zamudio (gran amigo,
miembro de la Promo ’67 y que también estaba por allá),de ver jugar al Madrid de
Figo, Ronaldo y Zidane en el Bernabéu, cerca de la Estación de Autobuses, pasó rápidamente un tipo con las
características de Neto, alto delgado de barba rojiza, encasacado y con una
chalina al viento, pero estaba con el paso muy apurado, a pesar de ello, Lucho
lo llamó por su nombre ¡¡ Neto !! … ¡¡ Neto Torres !!! ….imposible no escuchar
el vozarrón de mi Cumpa, aun en campo abierto. El individuo nunca volteó,
apresuró más el paso y subió inmediatamente a un taxi. Mientras partía, Lucho
corrió tratando de alcanzar por lo menos a ver su rostro, pero el pasajero
miraba hacia el lado contrario y no se dejó ver.
- Fue Neto, quizás sí, quizás no, ahí está el
detalle. Dijo el Cholo a manera de cantinflada, mientras bebía un sorbo de
cerveza.
- Cumpita
mañana tengo un tono cerca al Estadio de Alianza, en Jr. Abtao, yo sé que te
produce alergia la zona, pero acompáñame, no quiero ir solo. Es la casita
modesta de un buen alumno (ya había regresado a la Agraria, eran tiempos
distintos, nuevas autoridades y nuevos estudiantes) y es buenísima gente, se
papea bien y hay unos morenajes de quitarse el sombrero.
- Estás loco Cumpita. Le respondí sin darle mayor
importancia y tomando un sorbo de cerveza.
- Vamos Flaco..!!! – me dijo el Cholo Ramírez, con esa voz bronca, que
parecía de hombre, de líder resuelto, dando al mismo tiempo un manazo en la inestable mesa, que hizo
saltar los vasos, salpicando el dorado brebaje fuera de sus transparentes
envases.
- Cumpita, te quiero como mierda, pero por esta
única vez, “no-me-jo-das”!!. Le dije mientras me iba rumbo al
“ñoba”.
- La gente
no llega Cumpa, la verdad, seria lindo
que se muera alguien de la Promo para juntarnos nuevamente. Lo escuché
decir mientras me alejaba transitoriamente de esa “Luchodependencia” que siempre
me había perseguido y que tanto extraño ahora.